Una cuestión se suscita. Irina (7) y Ariadna (4) se enzarzan en lucha feroz. Ariadna anuncia, sin emoción, que le va a hacer daño a Irina, que le va a hacer perrerías y que no le va a hablar más.
Irina:
Papi, Ariadna me…
Yo:
Pero Irina, ¿no ves que Ariadna es chiquita y repite las cosas que vos le decís
a ella? ¿No ves que las dice sin malicia, que es una
dulzurita…?
Ariadna
se me sube al regazo, me acaricia, me mira con sus ojos enormísimos y dice:
Ariadna:
Papi, tú también dulce.