domingo, 28 de diciembre de 2008

Género y número

Le regalo un perrito de peluche a Irina (3).
Yo: ¿Sabés cómo le vas a poner?
Irina: Silvia.
Yo: ¿Ése es el nombre?
Irina: Es una nombra.

lunes, 22 de diciembre de 2008

Interrogatorio

Irina (3) se fue por primera vez de excursión con la escuela.

Yo: Irina, contame, ¿qué hicieron?
Irina: Nada.
Yo: Dale, contame.
Irina: …
Yo: ¿Fueron en autocar?
Irina: Sí.
Yo: Y ¿qué hicieron? ¿Cantaron?
Irina: Sí.
Yo: ¿Y qué cantaron?
Irina: Un elefante se balanceaba, sobre la tela de una araña…
Yo: ¿Y qué más cantaron?
Irina: Y como veía que no se caía, fue a llamar a otro elefante…
Yo: Y cuándo llegaron, ¿qué hicieron?
Irina: Se cayeron.

sábado, 20 de diciembre de 2008

Todo tiempo pasado fue verbal

Irina me ve en la cocina con el queso untable en la mano.
Irina (3): ¡Quería quesito!
Yo: ¿Querías o querés?
Irina: ¡Querés!

jueves, 18 de diciembre de 2008

Una dama discutible

Irina (3): Papi, se cayó el agua.
Yo: ¿Cómo fue?
Irina: Y, no sé. Hice así. Y se fue. Al carajo.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Libertinaje

Irina (3): Tengo un hermanito en la panza.
Yo: …
Irina: (se toca la barriga y sonríe)
Yo: En todo caso sería un hijito, no un hermanito.
Irina: Es un hijito.
Yo: ¿Qué hiciste ayer en la escuela?
Irina: No te lo voy a decir.

domingo, 14 de diciembre de 2008

Material girl

Yo: ¿Fuiste con mami a ver a Papá Noel?
Irina (3): Sí. Tiene la barba gorda.
Yo: ¿Y qué tal?
Irina: Me dio un caramelo.
Yo: ¿Y le hicieron la carta?
Irina: Sí. Le pedí comida de broma y unas bambas.
Yo: El año pasado te llevé yo a verlo, ¿te acordás?
Irina: ¿Le hicimos la carta?
Yo: Uh, no.
Irina: Somos tontos.

viernes, 12 de diciembre de 2008

Ariadna, veloz

Mònica rompió aguas a las dos y media de la madrugada. Llamamos al ginecólogo.

Ginecólogo (voz de ultratumba): ¿Tiene contracciones?
Yo: No.
Ginecólogo: Pues nada, a dormir, y mañana a las ocho os vais para el hospital.
Yo: Bueno.
Ginecólogo: Zzzzzzzzzzzzz.

A los quince minutos Mònica tenía contracciones, pero de las buenas. Despertamos a Irina, nos vestimos, la vestimos, volamos a la casa de Pilar, mi suegra, que a las tres y pico de la mañana nos esperaba en la puerta de su casa. Casi le tiramos a Irina por la ventanilla, y corrimos por la Diagonal saltándonos todos los semáforos en rojo posibles, impunemente. El sueño de mi vida.

En el Hospital la comadrona de guardia nos miró escépticamente, pero apenas se acercó a Mònica le cambió la cara.

Comadrona: Nada, que estás pariendo.
Mònica: Gggggghhhhhhffffff.
Comadrona: Pues ahora ya no hay tiempo para epidural ni nada, así que empuja fuerte, así terminamos lo antes posible.
Mònica: Uhhgghhhfffgghhh.
Comadrona: Venga, que sale en la próxima contracción.

Y en la siguiente contracción, tres minutos después de entrar en la salita, sin tiempo de llegar ni al paritorio, tres cuartos de hora después de atravesar Barcelona, a las tres y cincuenta del seis de octubre de dos mil ocho nació Ariadna, sublime milagro de la vida, fea, hinchada, hermosísima.